5.1 Aproximación conceptual a la inclusión
La inclusión tiene connotaciones más profundas que solo solucionar el acceso a la educación; también debe ocuparse de lo que sucede dentro de los salones de clases, de cómo viven y resuelven la vida las familias, la comunidad y el país, los cambios y transformaciones que se vienen operando desde el surgimiento de la Revolución Informática con su propuesta de vida virtual. Dicho esto como antecedente, pasamos a hacer una revisión de ideas que pueden contribuir a prácticas educativas interculturales de inclusión.
1. Las aulas deben dejar de ser espacios de
homogeneización y normalización de las leyes darwinianas. La calidad educativa
debe dejar de medirse sobre la base de la ley de la selección o de la
sobrevivencia del más fuerte. Los estudiantes, seres humanos vivos, necesitan
cada vez con mayor fuerza ser aceptados como individualidades vivientes,
hologramas de una cultura autopoiética que construye una nueva dialógica.
2. La inclusión educativa debe propender a la
equidad, esto es empeñarse para que todos los estudiantes alcancen aprendizajes
que les permitan posicionarse en la vida como sujetos sociales, respetando sus
ritmos de aprendizaje, lo que se resume en el respeto a su dignidad y el
derecho a ser diferente; de ninguna manera debe proponerse que logren igualdad
en los conocimientos, esa es una ficción nunca lograda en las escuelas.
3. Una educación inclusiva ha de lograr que cada
estudiante se involucre de manera total en los procesos educativos, esto es,
que se incluya en todos los procesos pedagógicos propuestos con toda su
integridad, con toda su entidad humana (corporal-cuerpo físico;
anímica-psicológica; y, espiritual o cultural). Garantizar una inclusión total
en los procesos educativos permite acercarse a la esencia misma de la
educación: el educare “ayudar a sacar lo mejor de cada uno”.
4. Un docente comprometido con la interculturalidad
descubrirá que las diversidades en realidad son complementariedades que pueden
enriquecer los procesos educativos, para ello debe convertirse en buen
observador, no solo de los estudiantes y su entorno, sino de sí mismo.
5. La educación intercultural concibe que el aula
debe ser una especie de laboratorio social, comunidad humana donde estudiantes,
docentes y autoridades comprendan que el espacio de áulico y de escuela en
general es un espacio para aprendizajes, donde todos pueden alternar roles de
aprendices y enseñantes.
6. En todo momento debe recordarse que para educar
seres humanos vivos es necesario una recreación permanente de las
epistemologías, metodologías y procesos pedagógicos, porque lo importante no es
comprobar la validez de una forma de pensamiento, una metodología o una forma
de enseñanza, lo que realmente importa es potenciar en cada estudiante su
sentido de pertenencia, su identidad desde un contexto que favorezca el
desarrollo de una cultura de aprender.
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